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¿Cuál es el motivo de la hinchazón?

Las fla­tu­len­ci­as están muy exten­di­das y, sin embar­go, sue­len ser inex­pli­ca­bles, aun­que los sín­to­mas de ple­ni­tud, aire en el estó­ma­go o sim­ple­men­te dolor abdo­mi­nal no pue­den pasar desapercibidos. 
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Las fuen­tes médi­cas cul­pan a las lec­ti­nas, ent­re otras cosas, de la fla­tu­len­cia, pero como se encuen­tran en casi todas las fru­tas y ver­du­ras, esa no pue­de ser la razón, de lo con­tra­rio se per­de­rí­an los efec­tos bene­fi­ci­o­sos para la salud.

Se dice que otra cau­sa de fla­tu­len­cia es el glu­ten. Sin embar­go, es una ver­dad aún no des­cu­bier­ta que el glu­ten ali­men­ta al EBV, al her­pes simp­le, al her­pes zós­ter y a la farin­gi­tis estrep­tocóci­ca. Esto signi­fi­ca que el glu­ten ayu­da a que estos virus se man­ten­gan vivos.

Así que la ver­dade­ra cau­sa de la hin­cha­zón y las fla­tu­len­ci­as es mucho más pro­fun­da, de lo con­tra­rio no hab­ría tan­ta gen­te que toda­vía la suf­ra. La razón radi­ca en un híga­do sob­re­carg­ado, tóxi­co y len­to (un tra­ta­mi­en­to detal­la­do de este tema en el libro Heal Your Liver*).

La mayo­ría de enfer­me­da­des como el acné, el ecce­ma, el vitíli­go, los pro­ble­mas diges­tivos, la hin­cha­zón, la fati­ga, la dia­be­tes, el cole­ste­rol alto, la pre­sión arte­ri­al alta, los ata­ques car­dí­a­cos, los acci­den­tes cere­bro­vas­cu­la­res, los pro­ble­mas de la vesí­cu­la bili­ar y much­as más se deben a un híga­do con exce­so de tra­ba­jo, tóxi­co o len­to. De hecho, 9 de cada 10 per­so­nas tie­nen el híga­do lento.

Pero ¿por qué nues­tro híga­do se vuel­ve lento?

Hay albo­rot­a­do­res y estos son toxi­nas y pató­ge­nos (con­sul­te “Cura tu híga­do” para obte­ner una lis­ta) con los que nace­mos y que resi­den en nues­tro hígado.

Una de las prin­ci­pa­les causas de into­xi­ca­ción hepá­ti­ca son los meta­les pes­ados como mer­cu­rio, plo­mo, cad­mio o cob­re, así como pro­duc­tos quí­mi­cos y venenos como deter­gen­tes, per­fu­mes, gaso­li­na, insec­ti­ci­das, pesti­ci­das y con­ser­van­tes. Estas toxi­nas están con­stan­te­men­te a nues­tro alre­de­dor y no pode­mos evi­tar­las todas. Pero pode­mos comer los ali­ment­os adecua­dos para pro­te­ger nues­tro hígado.

Ade­más, el híga­do se ve per­ju­di­ca­do por una die­ta rica en gras­as y pro­teí­nas, ya sean de ori­gen ani­mal o vege­tal, por­que el alto con­teni­do de grasa por sí solo difi­cul­ta la pro­duc­ción de bilis y la des­com­po­si­ción com­ple­ta de los ali­ment­os. Esto por sí solo pue­de pro­vo­car hinchazón.

Enton­ces, si su híga­do está estres­ado, la pro­duc­ción de bilis y de áci­do clor­híd­ri­co en el estó­ma­go seguirá suf­ri­en­do, lo que hará que las pro­teí­nas y gras­as se pudran y se vuel­van ran­ci­as en los intesti­nos. Estas par­tí­cu­las de ali­ment­os no dige­ri­das final­men­te ali­men­tan a los pató­ge­nos que recu­bren el trac­to intesti­nal, cau­san­do más síntomas.

Otra razón importan­te para el debi­li­t­ami­en­to de la bilis es el aumen­to de adre­na­lina en el cuer­po. Hay algu­nas razo­nes para esto, como dema­sia­do café, dema­sia­da grasa, event­os traumá­ti­cos o emo­cio­na­les en su vida. Esto tam­bién incluye un esti­lo de vida muy exte­nu­an­te y estres­an­te, que man­tiene al cuer­po en una respues­ta de lucha y huida.

Debi­do al rápi­do rit­mo de nues­tra socie­dad, casi todos tene­mos que lidi­ar con los efec­tos del exce­so de adrenalina.

¿Qué pue­des hacer con las flatulencias?

En cual­quier caso, con­vie­ne inten­tar redu­cir los ali­ment­os ricos en gras­as y pro­teí­nas. Un exce­so, ya sea vege­tal o ani­mal, pro­vo­ca en últi­ma ins­tancia hin­cha­zón y pro­ble­mas digestivos.

Aun­que las die­tas ricas en pro­teí­nas y gras­as son la ten­den­cia popu­lar, son engañosas.

Lo bue­no de ellos es que eli­mi­nan los ali­ment­os pro­ces­ados de la die­ta y pue­den pro­por­cio­nar algu­nos resul­ta­dos a la per­so­na que ante­rior­men­te comía ali­ment­os aún peores.

Sin embar­go, estas die­tas no son una solu­ción a lar­go pla­zo para las enfer­me­da­des y sín­to­mas cró­ni­cos. Cual­quier adi­ción supues­ta­men­te bue­na de ori­gen vege­tal (por ejem­plo, acei­te de coco, leche, yogur y man­te­quil­la de almen­dras, etc.) a sus bati­dos matu­ti­nos empe­or­ará la hin­cha­zón. En su lugar, prue­be el bati­do de res­ca­te del híga­do del libro sob­re el híga­do o el Bati­do desin­to­xi­can­te de meta­les pes­ados como desayu­no que con­tiene los 5 ingre­di­en­tes cru­cia­les para la eli­mi­nación segu­ra y efi­caz de meta­les pes­ados. (aránd­a­nos sil­ves­tres, Espi­ru­li­na, Pol­vo de jugo de hier­ba de ceba­da, dul­ce atlán­ti­co y cil­an­tro de hoja).

Si pue­de, con­side­re adopt­ar una die­ta basa­da en plan­tas, al menos tem­por­al­men­te, mien­tras inten­ta des­ha­cer­se de la hin­cha­zón. El Liver Heal­ing 3–6‑9 es una for­ma ide­al de ace­le­rar la cura­ción de la hin­cha­zón y otras dolen­ci­as. Los mejo­res ali­ment­os para incor­porar a tu ruti­na dia­ria son las ver­du­ras de hojas fres­cas y ricas en sales mine­ra­les esen­cia­les. coles, col rizada, Pepi­nos, cala­ba­ci­n­es, bró­co­li y espár­ra­gos son reme­di­os para las fla­tu­len­ci­as. Las fru­tas son esen­cia­les para curar las fla­tu­len­ci­as. papa­ya, plá­ta­nos, higos, per­as, kiwi, manz­a­nas y los alb­ari­co­ques son una exce­len­te opción para las flatulencias.

La cla­ve para mejo­rar es beber 0,5 litros de jugo de apio por la maña­na en ayu­nas. Los sín­to­mas no desa­pa­re­cerán de la noche a la maña­na, pero estos ali­ment­os ayu­darán a recup­er­ar la fuer­za de su hígado.

Se nece­si­ta tiem­po para que las reser­vas de bilis se acu­mu­len nue­va­men­te. Cada per­so­na es dife­ren­te, por lo que algu­nas per­so­nas pue­den notar que su hin­cha­zón empe­o­ra cuan­do comien­zan a incor­porar jugo de apio puro y más fru­tas, ver­du­ras de hojas ver­des y vege­ta­les a su die­ta. Si esto suce­de y no se debe a otros ali­ment­os que pued­as estar comien­do en exce­so, enton­ces es por­que tu cuer­po está libe­ran­do toxi­nas. La restau­ra­ción de la bilis y el áci­do clor­híd­ri­co lle­va tiem­po. Dado que el híga­do de cada per­so­na es dife­ren­te, la cura­ción pue­de tomar dife­ren­tes tiem­pos para cada per­so­na, y es aquí don­de el jugo de apio desplie­ga uno de sus mara­vil­lo­sos efec­tos. Entra en el sis­te­ma diges­tivo, se absor­be en la pared intesti­nal y tam­bién lle­ga al híga­do. Allí revi­ta­li­za las células del híga­do y se pro­du­ce un ver­dade­ro reju­vene­ci­mi­en­to.
La importan­te fun­ción de fil­tra­do del híga­do ya no se pue­de rea­li­zar de for­ma ópti­ma si el fil­t­ro está blo­que­a­do por células gras­as o toxi­nas. No espe­ra­mos que una bol­sa de aspi­ra­do­ra fun­cio­ne al máxi­mo si no cam­bia­mos el fil­t­ro con regu­la­ri­dad. Afort­una­da­men­te, es muy fácil ini­ci­ar nue­va­men­te este pro­ce­so de lim­pie­za hepá­ti­ca. El jugo de apio jue­ga un papel cru­cial aquí, ya que ayu­da a eli­mi­nar todas estas toxinas.

Si te preg­un­tas qué se pue­de alma­ce­nar en tu híga­do, aquí tien­es un peque­ño extra­c­to de las posibilidades:

  • per­fu­mes
  • Pro­duc­tos cosméticos
  • Gaso­li­na (llen­an­do)
  • ambi­en­ta­dor
  • Pesti­ci­das
  • her­bici­das
  • meta­les pes­ados tóxi­cos como mer­cu­rio, alu­mi­nio y cobre
  • medi­ci­nas viejas
  • Pató­ge­nos como virus y bac­te­ri­as y sus pro­duc­tos de des­echo vira­les y toxi­nas, espe­cial­men­te el virus de Epstein-Barr, HHV‑6 y HHV‑7, cito­me­ga­lo­vi­rus, estrep­to­co­cos y E. coli.

Los pató­ge­nos tam­bién se ali­men­tan de venenos y toxi­nas, por lo que la mara­vil­losa ayu­da del jugo de apio es tan importan­te para eli­mi­nar estos pro­duc­tos y tro­zos de des­echo viral del orga­nis­mo. híga­do para eli­mi­nar. Esto se logra gra­ci­as a las sales espe­cia­les de sodio con­teni­das en el jugo de apio. Los pro­duc­tos de des­echo vira­les se debi­li­tan y mue­ren a medi­da que el jugo de apio eli­mi­na las mem­bra­nas. Esto devuel­ve al híga­do la capa­ci­dad de cum­plir con sus nece­sa­ri­as medi­das pro­tec­to­ras y fun­cio­nes de fil­tra­do con ple­na poten­cia y un impul­so rejuvenecido.

El jugo de apio tam­bién pue­de ayu­dar a disol­ver el exce­so de células gras­as en el híga­do y así con­tri­buir a for­tale­cer­lo. Sin olvi­dar que tam­bién con­tiene vit­ami­nas y mine­ra­les que nut­ren y for­tale­cen direc­ta­men­te el híga­do, lo que hace de este jugo un exce­len­te eli­xir auto­cu­ra­tivo y un refuer­zo tur­bo para cual­quie­ra que quie­ra rea­li­zar cam­bi­os dura­de­ros en su peso.

Medio lit­ro de bebi­da recién expri­mi­da al día en ayu­nas jugo de apio Beber es un arma pode­ro­sa en la lucha por un peso cor­po­ral satisfactorio.

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