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galletas rugelach

El rel­le­no dul­ce de nue­ces hace que estas gal­le­tas sean un rega­lo ten­ta­dor para oca­sio­nes espe­cia­les. Tam­bién son idea­les como merien­da en el recreo de las latas esco­la­res de los niños. 

Ingre­di­en­tes para 16 galletas: 

Para el llenado: 

Pre­pa­ra­ción:

Para hacer la masa de gal­le­tas, mez­cla en un bol la lina­za moli­da, el puré de manz­a­na, el azú­car de flor de coco, la vai­nil­la y el acei­te de coco. Batir has­ta que la masa esté agra­da­ble y uniforme.

Mez­clar la hari­na de ave­na, la hari­na de arroz inte­gral y la hari­na de tapio­ca en otro bol. Aho­ra agre­gue los ingre­di­en­tes húme­dos a los secos y revuel­va has­ta que se for­me una masa sua­ve y uni­for­me. Divi­dir la masa por la mit­ad y dar­le for­ma de dis­cos. Envol­ver en film trans­pa­ren­te o papel per­gam­i­no y colo­car en el fri­go­rí­fi­co duran­te 30 minutos.

Colo­que todos los ingre­di­en­tes para el rel­le­no en un pro­ces­ador de ali­ment­os y mez­cle has­ta que se for­me una mez­cla uni­for­me y quebradiza.

Pre­ca­li­en­ta el hor­no a 180 gra­dos. Cubra una ban­de­ja para hor­ne­ar con papel pergamino.

Saca un dis­co de masa del fri­go­rí­fi­co. Exti­en­da la masa ent­re dos hojas de papel per­gam­i­no for­man­do un cír­cu­lo de apro­xi­ma­damen­te 1/8 de pul­ga­da de gro­sor. Exti­en­da la mit­ad del rel­le­no en una capa uni­for­me sob­re la masa.

Con un cor­ta­dor de piz­za o un cuch­il­lo afi­la­do, cor­te la masa en ocho tro­zos igua­les. Enrol­la cada pie­za, comen­z­an­do por el bor­de ancho y ter­mi­n­an­do en la pun­ta. Si la masa queda muy blan­da, vol­vemos a meter­la en el con­ge­la­dor unos minutos.

Colo­que las gal­le­tas en la ban­de­ja para hor­ne­ar pre­pa­ra­da y repi­ta el pro­ce­so con la masa restan­te; debe­ría ter­minar con 16 rugelach.

Hor­nea las gal­le­tas duran­te 14–18 minu­tos, has­ta que estén lige­ra­men­te dora­das. Se endu­re­cerán a medi­da que se enfrí­en. Deje que las gal­le­tas se enfrí­en bre­ve­men­te en la ban­de­ja para hor­ne­ar, lue­go trans­fié­ra­l­as a una rejil­la y déje­las enfri­ar por com­ple­to. Lo mejor es guar­dar­los en un reci­pi­en­te her­mé­ti­co a tem­pe­ra­tura ambi­en­te has­ta que los necesites. 

¡Dis­frú­ta­los!

fuen­te

Fotos: Urb Maar­ja

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